Artículo originalmente publicado en Las Provincias con el título «Al Valencia le sienta mal el parón liguero»
Se echaba de menos la Liga. Suele suceder cuando la emoción se sitúa en lo alto, principalmente porque peleas por ilusionantes objetivos y, además, los partidos de la selección nacional son tan intranscendentes como poco atrayentes. Resultados claros y evidentes, confirmados con tremendas goleadas en algunos casos, y ofreciéndose siempre un buen nivel de fútbol, pero sin rival enfrente que te incomode.
Un Valencia que afrontaba su visita al Benito Villamarín, un estadio del que sólo podemos recordar con inmensa alegría lo ocurrido en las últimas temporadas, y como no y sobre todas las cosas, la semifinal de Copa del Rey contra el Betis, y la gran final, logrando el título ante uno de los mejores equipos del mundo.
Y dos semanas de trabajo en Paterna, y de recuperación también para algunos futbolistas -demasiados diría yo- un Valencia azotado por las lesiones, probablemente más fruto de la casualidad y la tensión del juego, inmersos en una situación delicada de la que ya se salió, que por alguna razón está relacionada con el entrenamiento o el cambio de entrenador. Sólo necesitamos ir ganando jugadores para la causa, y mantener y mejorar las expectativas y el rendimiento que nos lleve al éxito.
Enfrente un muy irregular Betis, que se dedica a firmar jugadores que participan en la fase ofensiva, que tanta alegría parece proporcionarles, pero no a futbolistas que resuelvan su verdadero problema, las transiciones defensivas y sus prestaciones atrás. Suena Quique Setién.
Una primera mitad equilibrada reflejó en el marcador esa igualdad que se generó en el terreno de juego. Los dos equipos con muchas dificultades para robar y evitar que el contrario tuviese la pelota en campo contrario. Aun así, los errores técnicos propiciaban una escasísima producción ofensiva de ambos conjuntos. Muy pocas ocasiones claras de gol. Hasta que el Valencia marcó y pareció inclinar la balanza a su favor. Pero todavía quedaba mucho. Y ellos, desde la desesperación y la necesidad comenzaron a mostrarse menos conservadores, apretando arriba y dominando el juego. Empataron rápido y siguieron mandando hasta el descanso. Muy bien Álex Moreno por banda izquierda, complicó mucho y durante todo el partido a los nuestros. En la segunda mitad todavía mostraron mayor superioridad. Un Valencia desconocido, cansado y apático no logró llegar a la portería bética hasta el minuto 30. Tampoco ellos tenían oportunidades claras, pero eran mejores. No lograron el segundo gol, y ahí el Valencia es muy peligroso, puede marcar, incluso ganar, como muchas otras veces ha hecho, sin merecerlo. Y cuando parecía morir el partido con un empate, Canales marcó de libre directo perfectamente evitable por Cillesen. No nos sentó bien el parón por selecciones. Ferran acabó muy cansado, Parejo ejecutó casi todas sus acciones con lentitud, Wass poco participativo, Rodrigo, Gayà y Manu Vallejo discretos. No pudo ser, pero es recuperable. El partido del miércoles ante el Chelsea es definitivo. Ese no tendrá vuelta atrás.