Artículo originalmente publicado en Las Provincias con el título «Mateo Alemany debía salir cuanto antes»
Antes de comentar el partido disputado ayer entre nuestro Valencia y el Granada, permitid que me tome la licencia de hacer un breve comentario a la esperada y lógica salida del club, tras lo que ha ido aconteciendo en los dos últimos meses, de Mateo Alemany. Estamos atravesando, desde que Peter Lim se convirtió en el máximo accionista del Valencia SAD, una etapa de controversia y desazón. Obviamente marcada por algunas decisiones que, tomadas durante ese período, e influenciados nosotros principalmente por los malos resultados del equipo, han impregnado al entorno valencianista de un pesimismo a mi entender desacerbado y exagerado cuando algo que se decidía no nos gustaba. No entiendo tanto llanto, tanta amargura por la salida del director general del club. No se recuerda a Llorente, director general por aquel entonces de la entidad, como el artífice de los éxitos de Rafa Benítez y sus jugadores. Dos ligas y una Copa de la UEFA nada menos. Creía yo que, tras el ejercicio pasado, se recordaría más a Marcelino y sus futbolistas, que al que ejecuta los deseos del director deportivo que, en nuestro caso además, era el mismo entrenador. ¿Responsabilizaría yo al director general del club, fuese quién fuese, si esta temporada no alcanzáramos la Champions? NUNCA. Es que hasta se le ha comparado con Luis Casanova, Vicente Peris o Arturo Tuzón, vaya telita. Ya eran demasiadas decisiones tomadas por encima de él. Debía salir, y cuanto antes mejor. Incluso algún programa de radio propuso a los oyentes que mandasen mensajes de despedida al ‘former’ director general del Valencia y otro en el que se instó a la Acción de Responsabilidad Civil Societaria. Sí, el mismo que se erigió, desde la trinchera claro, en ideólogo instigador de la rebelión en Mestalla contra Lim y sus secuaces. El fútbol, por desgracia, no tiene memoria. ¡Ya ni nos acordamos de Marcelino!, así que sólo queda esperar que los que vengan no lo hagan mal. No sé, parece que el Valencia nunca ganó una Copa del Rey, o que jamás se clasificó para la Champions. Bueno, ahí lo dejo. No nos pasemos.
Ahora Granada. Volvió a jugar el Valencia de las segundas partes. Tan solo un breve comentario acerca de lo que sucedió en la primera mitad, ya que lo remarcable para nuestro equipo sucedió en la segunda. Vimos a un Granada atrevido, tanto en ataque como en defensa, con presión alta, dificultando la salida de balón del Valencia, la creación de juego ofensivo y el ataque valencianista, manejando la situación con desparpajo y soltura, haciéndose mayoritariamente poseedores del balón y controlando el juego perfectamente. Un partido más, la salida de un jugador desde el banquillo, en este caso Gameiro, y la llegada de los segundos cuarenta y cinco minutos nos trajo lo mejor. Totalmente superiores al cuadro visitante, jugamos en su campo, evitamos su posesión y su llegada, y tuvimos las ocasiones necesarias como para decantar el resultado. Muy bien en esta segunda mitad, el Valencia fue mucho mejor, y el marcador reflejo lo acontecido con absoluta justicia. Su ambición y su riesgo fue lo que le dio la victoria final.