Artículo originalmente publicado en Las Provincias con el título «El Valencia no necesita jugar bien para marcar»
Lógicamente, el enfrentamiento entre levantinistas y valencianistas venía marcado por las ausencias, las numerosísimas bajas que tanto unos como otros acumulaban, obligando, más a los locales que a visitantes, a reestructurar parcelas del equipo tan importantes como la defensa.
El Valencia las tiene también, pero las puede reemplazar con futbolistas que ocupan la misma demarcación, aunque no sean los más habituales, pero el entrenador del Levante tenía una papeleta muy difícil por resolver. Y aunque no pareció, tras la primera mitad, que esto acabara influyendo tan negativamente al equipo de Paco López, finalmente sí ocurrió.
Primeros cuarenta y cinco minutos, bueno, cuarenta y siete, que fue cuando el Valencia marcó el importante gol que acortaba distancias en el marcador antes del descanso, el Levante UD aprovechó, por un lado, la parsimonia y tranquilidad con la que los jugadores blanquinegros afrontaron el envite, y por otro los problemas que les acarrea el 4-3-3, para sacar ventaja de un par de goles.
Dos de Roger, el uno a cero tras, para mí, despiste defensivo y error de Cillesen que no puede encajar un gol ejecutado el disparo desde ahí, y entrando la pelota a su portería por ahí, en su palo. Tan solo tras el dos a cero local, y con el cambio de sistema, añadiendo además la protección que casi cualquier equipo desea proporcionar a un resultado favorable, el Valencia logró hacer lo que debió ser durante más tiempo, dominar y controlar el juego, y obligar al Levante a jugar al contragolpe.
Llegó ese gol en propia puerta del killer levantinista, lo que abrió un nuevo punto de vista, una nueva perspectiva de actuación para unos y otros en la segunda parte. Y comenzó equilibrada esa segunda mitad. Pero, paradójicamente, el equipo local, aun ganando, tomó el mando. Jugó en campo del Valencia y no permitía progresar a los visitantes. Quedaba mucho tiempo, pero ellos lo estaban llevando mejor.
Y llegó el error de Miramón, incomprensible. No le pasó la pelota ni a su portero, ni a Coke, y Rodrigo, muy listo, lo aprovechó para robar y asistir a Gameiro, que siempre está ahí, donde debe estar. Y rápidamente el tercero, esta vez sí, trazando un contragolpe perfecto.
No me cansaré de decirlo, y pasa muchísimas veces, el Valencia no necesita estar jugando bien, ni estar siendo superior al rival para marcar goles. Y una vez más sucedió, Y fueron dos. El del empate ya hundió anímicamente a los jugadores del Levante, el tercero los sentenció. Además, llegó la expulsión del chaval. Efectivamente, las bajas del cuadro de Paco López, influyeron definitivamente en el resultado final.
Victoria muy importante para el Valencia, y muy dura para los del Levante, que lo intentaron hasta el final. Lograda sin demasiado esfuerzo físico. Lo digo de cara al partido del martes. Porqué cuando el Levante fue mejor, los del Valencia no se esforzaron demasiado, y cuando fueron mejores los visitantes, lo fueron con suma facilidad.