Artículo originalmente publicado en Las Provincias con el título «Ni con ventaja se supo ganar»
Tras la decepción sufrida contra el Leganés, debíamos esperar qué decidía Celades con respecto al sistema y jugadores elegidos para del once inicial y qué comportamiento plasmaban los futbolistas sobre el terreno de juego, en un partido difícil a priori, intenso, motivante y de remarcables consecuencias, tanto para lo bueno como para lo malo. Se especulaba con la inclusión de Ferrán Torres, lo que implicaba la ruptura del trío de mediocampo volviendo al 4-4-2, o la salida de la alineación de Guedes, obligando seguramente a pasar a Rodrigo a la izquierda, siempre y cuando el míster valencianista mantuviese el sistema de los dos últimos encuentros.
Todo esto aderezado por una rivalidad innecesaria, que nació por lo mal que nuestro equipo lo vino haciendo la temporada pasada en Liga, lo bien que ellos lo estaban haciendo y la eliminatoria de Copa, tan excitante como polémica. Califico esa rivalidad de innecesaria e inesperada porque no era lógico que nuestro equipo pelease por los mismos objetivos con un rival de muchísimo menor presupuesto y, principalmente, de mucha menor calidad en su plantilla. Algo no funcionaba bien, aunque luego llegara la Champions y el título de Copa. Por aquel entonces, algo no se hacía como correspondía.
En cuanto a los cambios introducidos en la alineación, algunos comprensibles, algunos sorprendentes. Los primeros, las ausencias de Wass y Garay, jugadores con una sobrecarga de minutos importante que, ante el próximo duelo en Bilbao, podían necesitar un descanso para volver a contar con ellos el sábado. Los de Jaume y Kang In Lee, sorprendentes. El primero porque es portero, y no hace falta rotar a un portero en la Liga, y el coreano porque entiendo que por delante seguramente estaban Cherischev y Ferrán. Pero este último al menos hizo gol, siempre muy positivamente valorable, y eso justifica y disculpa en parte y a posteriori su alineación.
Con respecto al partido, no nos quedemos únicamente con el último penalti, que fue y que hubiese dado, con toda seguridad, la victoria al equipo. El equipo estuvo mal, muy mal en ataque y muy mal en defensa. Se puso el partido muy cuesta arriba con el primero del Getafe pero después, tras los tres goles del Valencia todo pareció sentenciado, no por sensaciones pero sí por diferencia en el marcador. El cuadro madrileño defendió y presionó mucho mejor que los nuestros, tuvo mayor presencia en ataque, numerosas y claras oportunidades y realizó un buen partido en Mestalla. No encontramos la forma de profundizar, no cuesta crear ocasiones de gol y defendemos espacios en lugar de jugadores. Concedemos demasiado y no evitamos que los rivales sean protagonistas en nuestro campo. Ni con la inmerecida ventaja adquirida, supimos ganar. Necesitamos más esfuerzo y solidaridad en defensa, además de tener claro cómo presionar y no dejar jugar, y en ataque, mayor movilidad y precisión. Para terminar un detalle, los últimos minutos de arreón, colocados en un 4-4-2. Los cambios de sistema y de modelo con algo más de pausa.